Uno de los aspectos más importante en psicología es la confianza. Sobre ella (y su ausencia) giran muchos de los problemas que nos afectan.
En baloncesto, la confianza puede girar en torno a múltiples fuentes: el entrenador, los compañeros, determinadas situaciones de los partidos, determinadas jugadas de ataque o de defensa, etc. Pero probablemente, el aspecto más importante de la confianza es la auto-confianza, o confianza en las propias capacidades.
La auto-confianza no es algo que se posea o no, sino que va a variar a lo largo de un continuo en función de la actividad que se realice, pudiendo encontrarse en diferentes puntos en determinados momentos del entrenamiento, el partido, la temporada o la carrera de un deportista.
La medición de la confianza debe hacerse de manera subjetiva, siendo el propio deportista el que determine su nivel. El entrenador, desde el exterior, podrá identificar señales que le darán pistas sobre el nivel de auto-confianza de sus jugadores; pero el riesgo de error en estas mediciones es muy alto, por lo que no es aconsejable que el entrenador actúe en función de ellas.
La labor del entrenador está únicamente en la valoración del rendimiento de sus jugadores. A partir de ahí, y según las señales que haya podido identificar en cada jugador, podrá plantearles la posibilidad de que el rendimiento se esté viendo afectado por la auto-confianza, tal y como indica el siguiente gráfico:
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